miércoles, 20 de febrero de 2013

Tal vez me inventaste de una sombra…


Tal vez me inventaste de una sombra…
De una fuerte, negra y corta, de verano al medio día.
O de la de un niño que le pega con vergüenza a un balón cuando agoniza la luz.
Tal vez…
De la sombra de unos amantes (ávidos y locos) en la pared de un cuartucho…
De la de unos amigos jugosos (e idolatras de chimenea y fogata).
O de la de una antioqueña de rostro anguloso y camándula.
De la de un perro perdido en un barrio inmundo a las diez de la noche.
O de la de una mano de niño que quiere ser animal…
De la de un vaso de agua turbia y viva, esclava de una vela.
Tal vez…
De la sombra fatídica y arrogante de una nube espesa que avanza sobre La Tierra.
O de la de una lancha en La Cocha, que se aúna con los reflejos y los destellos.

¿O tal vez de una sombra grave y tensa que reniega de su origen y sólo pretende ser  Ella, a secas?

Pero…  ¿Y qué tal si  me inventaste de un nudo de sombras,
Como esos de Ciudad Blanca, de dos de la mañana?
De sombras que son hijas de faroles y que son también penumbras.
De esas que acunan veinteañeros y versos mudos.

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