domingo, 29 de julio de 2012

¿Qué diría papá?

Se fue hace casi decada y media, cuando yo nisiquiera había cumplido 18 años. Era un tipo inteligente, trabajador, familiar, conversador, culto, ético y conservador.

Mi vida tuvo varios giros después de su partida, al punto que no se si reconocería lapersonaquesoy, y tampoco sé que tanto le agradaría. Era un hombre bueno y encantador, pero un hombre de otros tiempos.

Me gusta pensar en papá, pero a veces también me asusta especular un poco sobre como sería nuestra relación si siguiera sobre esta tierra. Era un hombre tolerante, pero se que homosexualidad no lehubiera resultado fácil de entender.Creo que más que enojado, se hubiera sentido muy triste. Era unhombre nacido en 1935. Nuestra enorme brecha generacional de seguro habría complicado las cosas.

Recuerdo que no legustaban (ni un poquito) los aretes y el pelo largo en los hombres , y aunque no tengo ninguna de las dos cosas, se cual era la razón de su rechazo a esetipo de looks... el horror que sentía esa generación ante el homosexualismo.

Hoy, que me siento tan cómodo y tan feliz con lo que soy, siento en mi corazón que me hubiera gustado que mi padre me conoiciera de verdad, ya como un adulto consolidado, a pesar de los obvios conflictos que hubieran surgido.

En vida mi querido padre siempreme vio como alguien perfecto. Algo que bien sabemos que no existe, y que en todo caso, de existir, no sería muy compatible con la felicidad y la humanidad. Es fácil ver como perfecto a un niño de17 años en cuarto semestre de Ingeniería Electrónica. Pero creo que hubiera sido más duro paraél vivir mis conflictos, mis evasiones, mis abandonos, mis transformaciones... mi locura. Todo eso que para mi ha sido magnífico.

Pero en el fondo, creo que he sido leal a su enseñanza esencial, si bien desde aproximaciones diferentes. He tratado de vivir feliz y de brindar un poco defelicidad. De actuarcon justicia en la medida de mis posibilidades y de disfrutarde mi trasegar sobre esta tierra.

Quiero creer que mis diferencias con ese gran hombre, con ese señor bueno que ha iluminado todos los días de mi vida, son meramente formales y no de fondo. Quiero creer que de alguna manera, he actuado como actuaría un heredero de su legado, apropiando nuevas cosas pero conservando lo esencial. Quiero creer que sin ser lo que él hubiera querido queyo fuera (es evidente) no le he fallado ni lo he traicionado.

En todo caso, y con tod mi amor hacia él intacto, hoy tengo claro que lo más importante será siempre no fallarme a mí mismo, que total, es parte delo que siento como su legado: la coherencia.




lunes, 23 de julio de 2012

Un don: el de las palabras adecuadas

Es algo que antes veía como un defecto. En el mundo de la ingeniaría, me calificaban de "carretudo" (colombianismo por hablador).

Con el tiempo he descubierto que tengo un don que me gusta mucho: el de tener las palabras adecuadas en el momento adecuado, tanto para un amigo en dificultades como para un desconocido que me confíe cualquier situación.

Digo que me gusta, pues me ha permitido, a pesar de mis múltiples confusiones y conflictos internos, dar algo de mi a las otras personas de forma efectiva. Ayudarles a ver algunas situaciones de forma más completa, ayudarles a considerar opciones e ideas que no les resultaban evidentes, identificar potencialidades que para ellos eran desconocidas.

El punto es que soy exhaustivamente analítico, algo que en la ingeniería es un defecto (hay que pasar a la acción) pero que en la consultoría, sea esta una profesión o sólo un hobbie, puede llegar a ser una cualidad. De alguna manera, creo que esa faceta de maniático del conocimiento (sin pensar nunca en su aplicación concreta) puede conducir a algunos escenarios interesantes y hasta útiles.

Hay otra parte importante de este don: sé cómo decir las cosas, aún las más incómodas, de manera clara y hasta "chévere" (colombianismo por agradable). A veces me preocupa ser demasiado diplomático, pero de un tiempo para acá, he logrado un nivel de franqueza respetuosa que no sólo me complace, sino que me resulta útil para mis relaciones interpersonales, y para ser un mejor amigo, un mejor compañero de trabajo, una mejor persona.

Es cierto que me interesa leer, que me gusta la guitarra, que amo las comunicaciones, pero creo que nada me apasiona tanto como conversar. Más si la conversación me permite aprender sobre nuevas posturas frente a la vida, y sobre todo, poder brindar algo de eso que he logrado recopilar a las personas con las que interactuo.

Creo que el valor de una buena conversación no ha sido suficientemente resaltado. Además de ser un placer, es una herramienta de aprendizaje permanente y flexible. Siento que el ser un buen conversador me da posibilidades permanentes de aprender y de disfrutar de otras mentes.

Antes pensé que era un defecto, por el mundo en que "crecí" profesionalmente. Hoy se que es una cualidad que no sólo me sirve para mi carrera sino para ser feliz.



miércoles, 18 de julio de 2012

La puñalada

El 9de junio de 2006, a mis 25 años, mi vida cambió para siempre. A eso de la media noche abandoné una fiesta a una hora poco prudente, en un sector aparentemente muy seguro. Hacia la media noche fui abordado por unos ladrones y fui víctima de un atraco, del cual salí herido en el abdomen, con el colon perforado.

Seis años después me es más fácil entender lo que significó ese momento, más allá de las lágrimas, del miedo a morir, de la rabia y del terror. Seis años después puedo ver ese momento como lo que de verdad fue: un renacer, un volver a ser, un puntode inflexión.

Una amiga muy querida me decía que la vida me había hablado a través de esa arma cortopunzante. A mi me daba rabia pensar en eso. Me daba rabia pensar que tal vez ese era un mensaje de "El Camino". Pero no tardé mucho en darme cuenta que era verdad.

Todo pudo haber terminado allí. Pude haber muerto sin ser el Yo que yo quería ser. Había sido hasta esa fecha el Yo que otros habían querido de mi. El Yo muerto del susto de desagradar a alguien. El Yo atrapado en una vida, en unos sueños, en unos proyectos que no eran los míos.

Pero mi destino era otro, y no me morí ese día. Alcancé a llegar a una buena clínica, con la ayuda de buenos amigos, fui atendido y operado por un buen doctor, y un mes después, gracias a los buenos cuidados y a que la herida no fue 1 centímetro mas cerca del ombligo (cosa que hubiera llevado posiblemente a que me desangrara antes de encontrar ayuda), recobré mi vida cotidiana.

Pero yo ya no era yo, ni mi casa era ya mi casa, como diría García Lorca. En mi caso, esto lejos de ser algo malo, me permitió renacer. Adiós ingeniería, adiós asexualidad fingida, adiós vida sedentaria atascada en las fronteras de mi país. Adiós limitaciones y adiós vida temerosa y aburrida.

Sentir tan cerca la muerte. Darse cuenta que cada segundo vivido puede ser el último sobre esta tierra, nos obliga a ver las cosas desde otra perspéctiva, más ambiciosa y menos "respetuosa" por decirlo de alguna manera.

Hoy, más que recordar el miedo, la sangre, el sudor frío, el susto de mis familaires y amigos y mi temblor antes de la anestecia total (necesaria para coserme el colon) recuerdo esa caminata de 8 minutos (mientras volvía al sitio donde estaban mis amigos, y queines me llevaron definitivamente a la Clínica Marly) durante la cual  pensé que me moría, que todo terminaba en ese instante... que no habría más.

Afortunadamente no fue así. Me esperaban el amor, un novio hermoso e inteligente, las comunicaciones estratégicas, Egipto, Israel, Jordania, Argentina, Chile... y no se cuantas cosas bellas más que llegaron a mi vida cuando me atreví a ser valiente y a ser quien quería ser luchando por mi felicidad.

viernes, 13 de julio de 2012

Viernes 13

Para mi los 13 ya no son días normales, y mucho menos si son viernes 13. Y no tiene nada que ver con Freddy Krugger ni con actividad paranormal....o eso creo... ja ja ja. Tiene que ver con que hace 8 meses llegó a mi vida la persona que, de muchas maneras y por varias razones, le ha devuelto la chispa, la alegría y la picardía a mi vida.

Digamos que si el amor es actividad paranormal, mi Viernes 13 es un día paranormal en grado extremo. ;)

No es que todo haya sido perfecto. Pero casi. Sinceramente, me resulta difícil buscar un momento difícil, incómodo, doloroso o tan siquiera molesto en estos 240 días de relación. Todo ha sido como un sueño, y la verdad no me lo esperaba. Este grado de tranquilidad llegó  a mi vida en plena turbulencia, cuando nada pintaba para ser sosegado.

Lo conocí por internet, mientras vagaba en un chat, buscando nada buscándolo todo al tiempo. Estaba algo despechado por una relación que pintaba bien pero que terminó mal, a causa de torpezas de lado y lado, de celos y de ansiedad, y no sé  de qué más cosas difíciles de explicar, pero que podría resumir en una distancia enorme que crecía día a día a pesar de los afectos.

Entonces, como decía, lo encontré en uno de esos chats donde todo el mundo quiere (¿queremos?) sexo ya, y donde las preguntas como la película favórita o la mayor ilusión naufragan ante los cuestionamientos obvios (rol: activo, pasivo, versatil, edad, medidas, etc...) Y él, claro ;) , no era como todos los demás.

Serio y respetuoso hasta en el chat. Al principio un poco distante, pero muy transparte y directo con sus intenciones. Buscaba personas serias como él.

Se describió como alguien con cara de niño bueno, algo que es basicamente innegable. Se describió como alguien estudioso. Esa es la verdad. Se calificó como una persona exigente. Y sí, ese también es él. Pero hay cosas que no se conocen en el chat, por más mágico que pueda llegar a ser encontrar a un caballero en medio de tantas personas arrebatadas y desenfrenadas (tal vez yo también estaba en esa actitud) que abundaba  en la sala.

Y entonces, después de chatear entretenidamente durante varias semanas,  por fin llegó el día de conocernos. Ya había logrado mantener largas conversaciones interesantes e intensas a través de chat con algunas personas, pero infortunadamente después del encuentro en persona algo moría. Muchas veces el físico tenía que ver con esa "muerte" prematura de la potencial relación. Otras los modales, la mirada, el caminar, la forma de reir... no sé... no es sencillo explicarlo, pero hay razones que pueden llevar a que un contertulio perfecto de chat se convierta en una desilusión de carne y hueso.

No fue su caso, claro. Aunque la primera cita que nos pusimos no se pudo concretar por detalles de último momento, finalmente ese primer encuentro llegó. Una tarde bogotana que no era tan fría, y que incluso ofrecía uno que otro agradable rayo de sol, adornó el centro de la ciudad para nuestra primera charla cara a cara.

Nos gusta caminar y lo descubrimos desde ese día. Y luego lo hemos hecho muchas veces juntos. Sin rumbo. Sin razón. Sólo para disfrutar el uno del otro. Ese primer día tomamos un café en OMA de la Carrera Séptima y hablamos mucho... a mi me pareció adorable, pero creo que yo a él no le caí tan bien. Soy un poco parlanchín e intenso. Él, por el contrario, es prudente, sosegado y cerebral. Conversamos muchos, y caminando por las calles del Centro, fuimos a dar al Parque de los Periodistas, al lado de la Avenida Jiménez, cerca de la Carrera Quinta, si no me equivoco.

La luz de esa hora siempre me ha parecido magnífica. Sobre todo si no es un día lluvioso. Ese tarde fue muy agradable. Las nubes hicieron su parte... Y aunque charlamos mucho rato, no llegamos nisiquiera a un roce discreto de manos distinto al apretón clásico que sirve de saludo entre hombres heterosexuales. Sin embargo el ya había dejado su magia dentro de mí. Con su estilo conservador, su franqueza extrema y su rostro delicado y dulce. Ese flaco tienen algo que me encanta y desde ese día lo noté: tiene carácter y ambición.

Sentados en las bancas del parque, o algo que hacía sus veces, le conté de mi vida y él de la suya. Meses después me confesaría que yo le resulté un poco presumido pues hablaba mucho de mis (contados) viajes, de mi gusto por el inglés, y de uno que otro laboral. Ya saben, uno quiere lucir perfecto frente a esa persona que ya ha logrado lo suyo y que resulta encantadora. Él, más fresco, hablaba de su tésis, de algunas prácticas laborales, de uno que otro encuentro académico. De sus ganas de viajar y aprender inglés. De esas cosas que nos hacen diferentes en virtud de nuestra diferencia de 7 años, pero que se van al diablo cuando nos damos un beso y nos tomamos de las manos.

En ese momento me parecía imposible que algún día lograra algo con él, que algún día nos contaríamos historias al oido a media noche extenuados y muertos de la risa. En ese momento parecía imposible que en el futuro pudieramos estar celabrando ocho meses de habernos dado el "sí" que algunos meses después inciiaría oficialmente nuestro camino juntos (aunque creo que yo empecé a caminar con él desde el instante en que tomó su autobus esa tarde de lunes, en el Centro de Bogotá, en la Calle 19).

jueves, 12 de julio de 2012

Mi amado

Mi amado tiene 24 años, es flaco, blanco, caribonito, pedagogo y científico. Sus dientes son un poco rebeldes y sus labios son rojos y llenos de vida. Su piel es suave como la de un durazno y sus manos largas, delicadas y ágiles como las de un pianista.

Mi amado es dulce y sarcástico. Delicado y perfeccionista. Tierno y valiente. A veces escoge ser un niño y a veces un furioso guerrero en batalla. Tiene rostro de niño bueno, pero sus palabras pueden llegar a ser cortopunzantes y agresivas, si él así lo quiere. Creo que su ser ha reinventado la nobleza.

Tiene un "look" muy conservador y simple, que a mi me enloquece. Cuando juega a reinventar su estética es un peligro... un niño-hombre capaz de las más terribles combinaciones e ideas. Un demente de la moda, que desea ser vanguardista, y en general siempre luce como un conservador en proceso de reinvención.

El calor de su cuerpo extradelgado y su cabello de puerco espín son mi felicidad. Disfruta cada caricia como si hubiera vuelto a nacer en ese instante y cuando decide olvidarse del reloj lo hace  en serio, sin vacilaciones y hasta las últimas consecuencias.

Es un científico que se burla de mis gotitas homeopáticas y de mis "buenas energías" y que es feliz de escuchar las historias que he podido atestiguar en esos 7 años de ventaja que le llevo. Me cree poeta y mentiroso y le fascina. Me sabe inmaduro y arrebatado y puede vivir con ello. Tiene una fe irremediable en que más pronto que tarde nos iremos de viaje juntos y compraremos una casa hermosa e inmensa rodeada de bosque y cantos de pajaritos.

Es un profesor malévolo que disfruta de "exprimir" hasta el último esfuerzo de sus estudiantes. Un fanático de la religión del Metodo Científico, un niño con alma de cuarentón, un cuarentón enamorado de los chocolates.  Un experto en ganar peleas que debería perder. Un romántico vestido de jovencito serio y exitoso.

Me gusta observarlo de pies a cabeza. En ese cuerpo ultradelgado y largo reposa mi vida entera. En esas facciones de Santo Domingo Sabio veo el paraíso y la calma. Esas manos hacen música con mi cuerpo a pesar de desconocer cualquier nota. Esos ojos traviesos y pícaros podrían durar eternamente viéndome tocar mis versiones simplistas de las canciones de Silvio Rodríguez en esa guitarra que tantos celos le produce.

Mi amado se siente el padre de sus padres y el abuelo de sus hermanos. Y a veces juega a creerse mi hijo o un tío lejano. Siempre come poco y siempre está lleno. No siente pena de nada y no conoce límites cuando de nuestros cuerpos se trata. Puede acurrucarse haciéndose el consentido o el difícil, o puede hacer valer su reino sobre mi sin ningún recato o limitación. Puede comportarse como un sabio hermitaño habitante de una montaña abandonada, o como un playboy descarado dependiendo de su día en el laboratorio de química.

Mi amado sabe tanto y tan poco. Se siente el guardìán de un demente y lo disfruta. Y mientras piensa en un nuevo reactivo o en un catalizador diferente para los proyectos que ama o dirige, se permite confundirse y entregarse a esos besos largos que le doy en los dedos de los pies.

martes, 10 de julio de 2012

Reconciliación conmigo mismo

Me siento cómodo conmigo mismo y se siente extraordinario. Me gusta verme al espejo, observarme de reojo mientras hablo y sonreírme en el espejo. No es que esté loco. Es sólo que por mucho tiempo me perdí del  más importante de los amores de un ser humano: el amor por sí mismo.

No fue un proceso fácil recobrar eso que sentía perdido. Implicó muchas cosas y una de ellas, fue el empezar a descubrirme como un ser sexual, con toda la plenitud de posibilidades de cualquier ser humano en ese campo. No suena tan difícil, pero para algunos de nosotros puede serlo cuando somos producto de una crianza conservadora, de unos valores descontextualizados en el tiempo y en el espacio, de uno que otro trauma, muchos de ellos, autoimpuestos espontáneamente.

Atreverme a amar otro hombre pasaba por aprenderme a amar a mí. Algo que en principio fue difícil. Aprender a disfrutar de mi cuerpo, de mis pensamientos y de mis sentimientos, siendo consciente de mi excepcionalidad y de mi gracia, como cualquier otro ser humano saludable. Atreverme a romper prejuicios ya  destruir fronteras para tratar de ser lo que siempre he querido ser: libre y feliz.

Desde que tenía unos 18 años empecé a darme cuenta de mi verdadera identidad sexual, de esa realidad que surgía como un grito de mi interior, pero que venía siendo opacada por la vocecilla interna y cobarde que me gobernaba desde mi niñez. Fue en Cali, en medio de un congreso de Ingeniería (mi carrera de esos días) que sentí de forma que no podía ocultarme a mi mismo el deseo y la atracción inconmensurable por otro hombre.

Era un chico de mi misma edad, creo, que jugaba animadamente ping pong en el segundo piso del edificio en el que me encontraba. No era muy alto, pero era delgado y atlético, caribonito, lleno de vida y de ganas... lo transmitía en cada movimiento, en cada salto, en cada respuesta que ejecutaba con su raquetita. En verdad, todo un placer para todos los sentidos. Uno de esos caleños blancos de labios muy rojos y mirada pícara y traviesa. Algo que mi Super Yo no podía filtrar a pesar de sus años y años de entornos conservadores y a veces castrantes.

Esa imagen fresca me acompañó por varios años y me hizo despertar del entumecimiento en el que me encontraba antes.De esa modorra psicosexual que me impedía atraer o sentirme atraído por alguien. De ese abandono y de esa baja autoestima que me hacían rehuír los espejos y mirar casi siempre al piso. De hecho, un par de años después llegó a mi vida mi primer amor.

Contra todo pronóstico no se trató de un chico sino de una chica. Una de las personas más maravillosas que conocí nunca jamás y de quien me enamoré genuinamente, más allá de mis preferencias sexuales que para ese punto, al menos dentro de mi cabeza, eran claras.

Ella conoció mi situación y me amó y me siguió amando. Con locura, con descaro, con poesía y con toda la energía de la juventud y de la mente abierta. Lógicamente, esto no duró más de dos años, porque allí estaba el mundo real para recordarnos que hay cosas que no están destinadas a  ser, más allá de la sintonía emocional, intelectual y corporal que pudiéramos tener.

Con ella conocí mi cuerpo, mi mente  y mi alma. Conocí mis sueños, los vi de frente y me asusté. Con ella conocí el mundo y la calle, el amor, la rabia, los celos, el deseo y la locura. Y claro, con ella conocí el dolor de la separación y de la caída de la nube de "Vida ideal" en la que vivía. En ese momento sentí que con ella se iba la vida misma y seguí mis pasos por este mundo como un muerto-viviente. Un autómata al que todo le daba más o menos lo mismo, y que deseaba que la corriente lo llevara a donde fuera, pero rápido. Un par de mujeres pasaron por mi vida después de ella, sin muchas alegrías aunque con bellos sentimientos. Las chicas no eran lo mío, y al parecer mi Ello empezaba a ganar batallas en esta guerra psicológica que se daba en mi.

Hoy todos esos conflictos parecen tan lejanos... aunque algunos sobreviven. Reconozco no ser el valiente que sale a gritarle al mundo lo que es. Admiro a estos quinceañeritos gays que se expresan libre y espontáneamente y que son lo que son sin miedo, a toda hora, en todo lugar y frente al que sea. Es una generación más evolucionada. Mi entorno inmediato me la pone un poco más dificil. Aunque poco a poco para allá voy. Tengo una relación que vale la pena. Alguien por quien luchar, además de mi mismo.

Porque seamos claros, para poder levantarme con ánimo y para seguir viviendo, definirme y disfrutarme como gay ha sido importante. Pero aprender a quererme y a valorarme como individuo, lo ha sido tal vez más.

lunes, 9 de julio de 2012

Saludo

Hola...

Hace varios años, más de cinco, era un "blogger" empedernido, pero llegó ese temido punto de no tener mucho más que contar sin caer en el peligro de repetirse.

Hoy, con algunos años más de recorrido y algunas cosas más para contar, me arriesgo a volver. Digo que me arriesgo pues no siempre se tiene éxito reinventándose, y porque mantenerse en este ambiente no es tan fácil... He fallado dos veces en intentos de regresar. A causa de la inconstancia, las ocupaciones, la depresión, lo que sea... Pero lo intento de nuevo porque este tipo de comunicación me resulta fundamental.

(Ahora mismo me pregunto si repetirse es un peligro... ja ja ja)

Compartir ideas, debatir, pelear, motivar(se), burlarse, etc, con (y a costa de) personas de varios sitios del mundo es maravilloso, más si se tiene en cuenta que uno no conocerá nunca (fisicamente) a muchas de esas personas que se vuelven verdaderos hermanos virtuales.

"Nunca" es un decir. Mi etapa anterior de blogger me permitió visitar personalmente a un par de amigos en Chile, algo que parecía imposible para alguien que vivía en Bogotá (Colombia) y no tenía mucho dinero. El destino  siempre tiene sus respuestas y no pretendo rivalizar con él.

En esa época yo era diferente. Ni yo mismo sabía quien era. O mejor dicho, sabía aún menos de mí de lo que sé hoy. Tenía 26 y hoy tengo 31. Estaba en un trance dizque "asexual" de mi vida, hoy claramente soy gay y soy muy feliz siéndolo (aunque aún hoy no se lo cuente abiertamente a toooodo el mundo). Trabajaba como Ingeniero Electrónico, pero lo mandé todo al diablo por mi sueño de ser periodista, sueño que tengo muy embolatado , pero que al que al fin de cuentas quiero mucho, pues fue el que me exigió movilizarme, arriesgarme y, en una frase, vivir y ser yo. Más yo, lo que quiera que eso signifique.

De mi vida anterior quedan montones de cosas, pero muchas otras se fueron. Se quedaron mis libros de Neruda, de Hess y de Kundera, pero llegaron los de Vargas Llosa, los grecorromanos y muchos de periodismo. Rimbaud se volvió aún más importante de lo que era para mi vida cotidiana. El inglés cobró más importancia en mi vida, pues me volví viajero, pero también apareció el francés. Y cada día me esfuerzo más porque aparezca el portugués.

De mi vida anterior se quedó el ajedrez pero se fue para siempre el rechazo al deporte. Antes no le daba la menor importancia a la imagen y hoy me preocupo un poco por esas cosas, como la ropa que debo usar, el peinado que me conviene y la batalla contra la barriga...

En fin... siento bastante el cambio de edad, aunque hoy me siento más libre y más feliz que hace cinco años, aunque esté significativamente más pobre (al menos material y monetariamente).

Antes no había Twitter ni Facebook, o no eran tan populares en mi entorno,  y el MSN era el rey. Antes no había salido del país y ahora lo he hecho un par de veces, con grandes esfuerzos, pero con proporcionales satisfacciones. Antes creía que había nacido para ser un empleado en una multinacional y jubilarme con un buen sueldo y tener un perro, una casa y unos hijitos. Hoy ni siquiera sé que será de mi en seis meses, vivo en una gran incertidumbre que sin embargo me ha permitido volver a disfrutar de una tarde soleada, de un "nuevo" acorde de guitarra, de una"nueva" palabra en cualquier idioma...

Me siento más joven que hace cinco años y mucho más joven que hace diez. Esa es la realidad. Pero también estoy asustado. Mis apuestas por "ser yo" me cobran factura frecuentemente (como debe ser, creo) y aunque me las doy de valiente, a veces me siento sólo, y en más de una batalla reciente he acudido a la Fluoxetina (Prozac) no sin el abierto rechazo de mi homeópata y de mi psicóloga. Es la vida que me he buscado,  que me brinda el mejor novio del universo y los mejores amigos que nadie se pueda imaginar, pero también la mayor incertidumbre y, a veces pobreza material, que haya experimentado en mi ya "no tan corta" existencia.

Y sin embargo sigo siendo yo. El aspirante a poeta, el guitarrista popular más bien malo, pero a salvo por contar con una voz más o menos entonada, el muchacho que quedó impactado con "Eclipse Total" la magnífica película que contaba entre otros buenos actores, con un adolescente Leonardo Di Caprio. El que quería ser como Jack el de Titanic, y que ahora disfruta de ver Revolutionary Road y de tratar de conectar estas dos películas con los cambios de mi vida. El que creció entre libros de historia de Jacques Pirenne, La Biblia, Historias Naturales, y la Nueva Historia de Adán y Eva, y sin saber jugar bien al fútbol ni usar una bicicleta...

En fin. Aquí estoy y quiero contarles más. Y les voy a contar más de mi bogotana existencia. ;)