viernes, 13 de julio de 2012

Viernes 13

Para mi los 13 ya no son días normales, y mucho menos si son viernes 13. Y no tiene nada que ver con Freddy Krugger ni con actividad paranormal....o eso creo... ja ja ja. Tiene que ver con que hace 8 meses llegó a mi vida la persona que, de muchas maneras y por varias razones, le ha devuelto la chispa, la alegría y la picardía a mi vida.

Digamos que si el amor es actividad paranormal, mi Viernes 13 es un día paranormal en grado extremo. ;)

No es que todo haya sido perfecto. Pero casi. Sinceramente, me resulta difícil buscar un momento difícil, incómodo, doloroso o tan siquiera molesto en estos 240 días de relación. Todo ha sido como un sueño, y la verdad no me lo esperaba. Este grado de tranquilidad llegó  a mi vida en plena turbulencia, cuando nada pintaba para ser sosegado.

Lo conocí por internet, mientras vagaba en un chat, buscando nada buscándolo todo al tiempo. Estaba algo despechado por una relación que pintaba bien pero que terminó mal, a causa de torpezas de lado y lado, de celos y de ansiedad, y no sé  de qué más cosas difíciles de explicar, pero que podría resumir en una distancia enorme que crecía día a día a pesar de los afectos.

Entonces, como decía, lo encontré en uno de esos chats donde todo el mundo quiere (¿queremos?) sexo ya, y donde las preguntas como la película favórita o la mayor ilusión naufragan ante los cuestionamientos obvios (rol: activo, pasivo, versatil, edad, medidas, etc...) Y él, claro ;) , no era como todos los demás.

Serio y respetuoso hasta en el chat. Al principio un poco distante, pero muy transparte y directo con sus intenciones. Buscaba personas serias como él.

Se describió como alguien con cara de niño bueno, algo que es basicamente innegable. Se describió como alguien estudioso. Esa es la verdad. Se calificó como una persona exigente. Y sí, ese también es él. Pero hay cosas que no se conocen en el chat, por más mágico que pueda llegar a ser encontrar a un caballero en medio de tantas personas arrebatadas y desenfrenadas (tal vez yo también estaba en esa actitud) que abundaba  en la sala.

Y entonces, después de chatear entretenidamente durante varias semanas,  por fin llegó el día de conocernos. Ya había logrado mantener largas conversaciones interesantes e intensas a través de chat con algunas personas, pero infortunadamente después del encuentro en persona algo moría. Muchas veces el físico tenía que ver con esa "muerte" prematura de la potencial relación. Otras los modales, la mirada, el caminar, la forma de reir... no sé... no es sencillo explicarlo, pero hay razones que pueden llevar a que un contertulio perfecto de chat se convierta en una desilusión de carne y hueso.

No fue su caso, claro. Aunque la primera cita que nos pusimos no se pudo concretar por detalles de último momento, finalmente ese primer encuentro llegó. Una tarde bogotana que no era tan fría, y que incluso ofrecía uno que otro agradable rayo de sol, adornó el centro de la ciudad para nuestra primera charla cara a cara.

Nos gusta caminar y lo descubrimos desde ese día. Y luego lo hemos hecho muchas veces juntos. Sin rumbo. Sin razón. Sólo para disfrutar el uno del otro. Ese primer día tomamos un café en OMA de la Carrera Séptima y hablamos mucho... a mi me pareció adorable, pero creo que yo a él no le caí tan bien. Soy un poco parlanchín e intenso. Él, por el contrario, es prudente, sosegado y cerebral. Conversamos muchos, y caminando por las calles del Centro, fuimos a dar al Parque de los Periodistas, al lado de la Avenida Jiménez, cerca de la Carrera Quinta, si no me equivoco.

La luz de esa hora siempre me ha parecido magnífica. Sobre todo si no es un día lluvioso. Ese tarde fue muy agradable. Las nubes hicieron su parte... Y aunque charlamos mucho rato, no llegamos nisiquiera a un roce discreto de manos distinto al apretón clásico que sirve de saludo entre hombres heterosexuales. Sin embargo el ya había dejado su magia dentro de mí. Con su estilo conservador, su franqueza extrema y su rostro delicado y dulce. Ese flaco tienen algo que me encanta y desde ese día lo noté: tiene carácter y ambición.

Sentados en las bancas del parque, o algo que hacía sus veces, le conté de mi vida y él de la suya. Meses después me confesaría que yo le resulté un poco presumido pues hablaba mucho de mis (contados) viajes, de mi gusto por el inglés, y de uno que otro laboral. Ya saben, uno quiere lucir perfecto frente a esa persona que ya ha logrado lo suyo y que resulta encantadora. Él, más fresco, hablaba de su tésis, de algunas prácticas laborales, de uno que otro encuentro académico. De sus ganas de viajar y aprender inglés. De esas cosas que nos hacen diferentes en virtud de nuestra diferencia de 7 años, pero que se van al diablo cuando nos damos un beso y nos tomamos de las manos.

En ese momento me parecía imposible que algún día lograra algo con él, que algún día nos contaríamos historias al oido a media noche extenuados y muertos de la risa. En ese momento parecía imposible que en el futuro pudieramos estar celabrando ocho meses de habernos dado el "sí" que algunos meses después inciiaría oficialmente nuestro camino juntos (aunque creo que yo empecé a caminar con él desde el instante en que tomó su autobus esa tarde de lunes, en el Centro de Bogotá, en la Calle 19).

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